Cuanto más avanzo en este grado, más asusta cómo ha llegado en el momento perfecto para mí, porque hay actividades que no solo me dan a conocer sobre el diseño, si no a conocer cosas sobre quién soy (algo que dejé de saber hace tiempo).
Reflexionando sobre este tema, veo cómo mi presencia en la red ha aumentado de forma significativa este último año, de la misma forma que mi falta de salud mental.
Siempre le echo la culpa a mi ambiente y a mi predisposición genética, pero nunca me había parado a pensar en que mi decadencia empezó allá cuando empecé a usar las redes sociales. Sinceramente, no quiero aceptar esa relación.
Ya que tengo una adicción severa y como buena adicta, escondo mi droga y le echo la culpa a otras cosas.
De la misma forma en la que digo que estoy en control y la realidad es que no lo puedo dejar.
Este último mes y en concreto esta última semana han sido horrorosos, la poca motivación que tenía se apagó cuando empezó una cadena de retrasos en mis actividades.
Ansiedad, vértigo, vómitos, insomnia/dormir durante casi un día, no poder comer… ¿A dónde iba mi tiempo? ¿Y de dónde surgía esta ansiedad si apenas habían cambios en mi ambiente?
El culmen de este malestar, cuando paré en seco fue hace tres noches. Estuve despierta hasta las 8 de la mañana, temblando de ansiedad, mediando entre un estadounidense de 24 años con 2 millones de seguidores en TikTok (al cual ayudaba a moderar su contenido) y entre una canadiense de 16 años, a la que amenazaba con llevar a juicio por algo ridículo.
Yo, una española de 20 años que nunca ha cruzado el charco, temblando por… ¿esto?
Disuadí la situación y de forma instintiva, avisé a toda la gente que conozco de que me iba a tomar un descanso.
Al día siguiente, intenté descansar y ayudar a mis compañeras con el proyecto, para poder entregar las partes grupales a tiempo.
Me quedaba esta parte así que me puse a investigar.
Investigándome a mí misma y la huella que tengo en internet, no me llevé demasiadas sorpresas. Excepto una, una publicación con bastantes años de antigüedad (de cuando tenía 15 años) *hecha por un profesional* de la cual yo no tenía constancia, en la que había bastante información sensible mía y de 20 antiguos compañeros, sobre todo de contacto. Por supuesto, le escribí y estamos solucionando el tema. No me atrevo a dar muchos detalles de la publicación en sí por si precisamente este post es visitado por alguien más que mi profesora y ese alguien decide investigar.
Dejando eso de lado, al haber sido tan activa en las redes desde tan pequeña, siempre he intentado usar alias para que sea más difícil rastrearme, e incluso esos alias son difíciles de buscar. Muchas páginas privadas o con contraseñas.
Además, el año pasado decidí empezar a publicar cosas como Ana Swan de nombre artístico. Tengo muchos hermanos y aparte, mis apellidos son complicados para la gente de habla inglesa. Esta decisión en mi marca profesional es a propósito, ya que si quiero trabajar de diseñadora o en animación en el extranjero, llamo menos la atención con un nombre corto y la llamo más por mi contenido.
Lo demás, lo tengo abierto a propósito, mi Linkedin para encontrar trabajo/hacer networking y mi nueva cuenta de Instagram, en la que pretendo subir mi portfolio.
También tengo una cuenta de TikTok (en la que una vez fui ligeramente viral), pero a raíz de esta actividad lo he borrado todo (y también mi cuenta muerta de Facebook, después de esta entrega procederé a borrar mi cuenta personal de Instagram, que aunque privada, tengo a 300 personas que tienen acceso a cientas de publicaciones).
Mi Twitter es lo único que no me gusta compartir en el ámbito profesional pero planeo mantener el perfil, ya que mantiene mi predisposición a sufrir el efecto del falso consenso a raya.
No es que me avergüence (de hecho, solo permito a 5 personas que me sigan y una es un antiguo profesor de Literatura), pero es verdad que mi lenguaje es muy informal y no aporta a mi perfil profesional.
Es decir, no es algo que pueda arruinar mi reputación pero tampoco añade valor a mi portfolio.
Después de esta investigación y de haber repasado los recursos, me decidí por buscar un poco más y acabé viendo «The (our) social dilemma». Este reportaje me ha unir puntos. Muchas personas, de mi familia por ejemplo, lo encontraron revelador, pero sinceramente eran cosas que yo ya sabía de forma inconsciente. En TikTok, si en tu video apoyas una causa benéfica, está de moda pedir que veas el video varias veces y que comentes. Por norma general, todos los creadores te invitan a que al menos no deslices el vídeo hasta que termine, para que el algoritmo les favorezca. El algoritmo es como el Espíritu Santo de TikTok.
Eran la partes de la adicción y de la exposición diaria a micro condicionamientos cognitivos las cuales yo he ignorado más a lo largo de estos años. Sobre todo durante la pandemia, en la que me he vuelto 100% sedentaria. He inhibido mi fuerza de voluntad hasta el punto en el que ya no sé lo que quiero. Ya no me acuerdo.
Era más fácil dejarme llevar, porque las pequeñas metas que tenía (ahorrar, viajar, trabajar) ahora eran imposibles.
En este año, empecé sin saber qué era Discord y ahora soy miembra, moderadora y hasta co-creadora en 12 comunidades grandes.
Empecé habiendo dejado Instagram, y ahora tengo dos cuentas.
Sin Linkedin. Sin Tiktok. Sin usar Twitter desde hace años.
Pienso, que en una cantidad pequeña, está bien. He conocido a personas maravillosas y he aprendido sobre lo que me rodea, está bien tener puntos de vista fuera de los que existen en mi casa. Pero a día de hoy no soy capaz de usar esto como una herramienta, usarlo de forma moderada. Así que voy a tomar un parón más grande del que pensaba dar hace tres días y una vez esté al día con la universidad, voy a terminar de borrar toda la información innecesaria que existe sobre mí en internet. Y espero después de un tiempo, poder reintegrarme de forma sana, usando las partes útiles de esta herramienta y siendo consciente de mi propensión.
Lo que no voy a hacer es ignorar lo que he aprendido de esta actividad una vez que la haya entregado.
Mi presencia en la red es: extensa, activa y tóxica. Y más desconocida de lo que me permito pensar.
(Mis disculpas por la extensión de la entrada, me ha parecido más correcto dejarlo así que intentar resumir mi reflexión)